Las predicciones de que los vehículos autónomos crearán un mundo más seguro y armonioso pueden ser equívocas. Las nuevas tecnologías responden a distintos instintos de los humanos y eso no necesariamente conducirá a resultados mejores.
No se puede determinar cómo serán las calles con los vehículos autónomos, no es una ciencia exacta. Sin embargo, un grupo de investigadores ha ejecutado simulaciones basadas en teoría de juegos o experimentos en la vida real para tener una idea.
Pruebas como la descrita en un reporte de 2018 de Xiang Ji de la North China Electric Power University predicen que los vehículos autónomos disminuirán el congestionamiento. Los coches se comunicarán entre ellos todo el tiempo y optarán por una ruta alternativa cuando una calle esté colapsada.
¿Disminuirá el congestionamiento?
El reporte de un equipo de investigadores encabezado por Daniel Work de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign mostró resultados alentadores. El estudio indicó que los vehículos autónomos son capaces de optimizar su velocidad para evitar detenerse. Por simple que parezca la función de autonomía pondría fin a las olas irritantes de frenadas y avances.
Los vehículos autónomos también podrán reducir el congestionamiento ya que disminuyen la necesidad de contar con espacios de estacionamiento. Los coches no lo esperarán, sino que irán a buscar a otro pasajero. Sin embargo, eso podría causar otros problemas, como reveló Adam Millard-Ball de la Universidad de California en Santa Cruz en un documento reciente.
Otra variante importante para los vehículos autónomos es del tipo económico. La elección de los coches de dónde estacionarse se basará en costos, pues el aparcamiento en las grandes ciudades es bastante elevado. Por ejemplo, en el centro de Sídney, el servicio de estacionamiento por ocho horas cuesta alrededor de 47 dólares.
La relación necesaria entre humanos y coches
La mejor forma de sacar provecho de las habilidades autónomas sería que los humanos mantengan mayor control.
Por ejemplo, está el concepto promovido por el planificador urbano Peter Calthrope bajo el nombre de «tránsito rápido autónomo”. Se trata de permitir la autonomía solo para minivans y buses públicos en carriles específicos. La idea garantizaría que los vehículos autónomos nunca circulen sin pasajeros e incrementaría la eficiencia del transporte público al emparejar la capacidad con la demanda. Lo mejor de todo es que no dejaría que la inteligencia artificial se vuelva demasiado creativa, por el bien de las personas.