Construir un vehículo autónomo está resultando más difícil y costoso de lo que predijeron muchas startups, el resultado es que muchas de ellas, o prácticamente todas, se están asociando con gigantes como Hyundai, Jaguar, General Motors y Ford, incluso Amazon o Intel. Las palabras de Karl Iagnemma, CEO de una empresa conjunta formada por Hyundai y Aptiv, ilustran perfectamente la realidad del desarrollo de un coche autónomo:
«Un coche es un sistema muy complejo, y para construir vehículos autónomos necesitamos integrarlos con otros sistemas todavía más complejos y hacerlo de una manera que sea fiable al tiempo que optimizamos costes. Es muy difícil. […] Creo que esa es una de las cosas que la mayoría de los jugadores de la industria subestimaron, incluido yo mismo»
Esto ha provocado una serie de asociaciones entre fabricantes de automóviles y nuevas startups. Tenemos los tándems de Aptiv y Hyundai; Waymo con Jaguar; General Motors y Cruise; Argo AI y Ford y Volkswagen. Debemos sumar la crisis por la pandemia, que ha acentuado la necesidad de socios, ya que los capitales de riesgo aprietan los bolsillos en grandes apuestas como la conducción autónoma.
Según Iagnemma, un boleto de entrada al ‘mundillo’ del vehículo autónomo son mil millones de dólares. Lo comprobamos al ver el movimiento más reciente, la adquisición de Zoox por parte de Amazon, dicha transacción se cerró en unos 1.100 millones de dólares, dos tercios menos de la valoración de Zoox en 2018. No hay duda, en conducción autónoma se está volviendo cada vez más duro ir por libre.
«Las startups independientes que están desarrollando vehículos autónomos sin una nave nodriza sigue disminuyendo […] Cada trimestre, hay una víctima […] Zoox fue la de este trimestre» dice Oliver Cameron, cofundador y CEO de Voyage, startup que planea construir y operar vehículos autónomos para el nicho de la tercera edad y que en mayo anunció una asociación con Fiat-Chrysler Automobiles para integrar su tecnología en varias unidades de la Chrysler Pacifica.
La conducción autónoma «es una tarea formidable y habrá muy pocos actores que puedan pasar de los chips a los sistemas autónomos«, afirmó Amnon Shashua, cofundador de la startup israelí de conducción autónoma Mobileye. Su empresa fue adquirida por Intel en 2017 por 15.300 millones de dólares, cuando las valoraciones todavía eran elevadas. En mayo, Intel y Mobileye adquirieron Moovit, una aplicación para moverse por las ciudades, por 900 millones de dólares.
Con esto sobre la mesa, queda claro que el desarrollo de vehículos autónomos y operar flotas sea un ‘deporte de equipo’. Con la excepción de Tesla, que construye sus propios vehículos y desarrolla hardware y software para alcanzar la conducción autónoma, la mayoría de las compañías tecnológicas dejarán la fabricación a las grandes marcas de automóviles, que tienen décadas de experiencia en eso y, sobre todo, en control de calidad.
Otro escenario para los pocos independientes es el de proveedor, como es el caso de Aurora, una startup fundada por ex-Google y Tesla, y que siempre tuvo como objetivo construir tecnología para la conducción autónoma, no un automóvil. Actualmente están desarrollando un ‘conductor gestionado por software’ para Hyundai y Fiat-Chrysler, después de terminar una relación con Volkswagen el año pasado.
Chris Urmson, cofundador y CEO de Aurora, dice que la compañía está explorando otras asociaciones y prevé un futuro en el que Aurora proveerá tecnología a compañías de camiones, de transporte y compañías de logística como FedEx y UPS. Tras los resultados financieros del año pasado, Aurora continúa contratando, superando los 500 empleados.
Otros, sin embargo, están sufriendo a raíz de la pandemia, muchas compañías han despedido personal, como es el caso de Kodiak Robotics, fabricante de camiones autónomos e Ike, la filial de cruceros de GM. También el mencionado caso de Zoox, que acabó en manos de Amazon. «Es un momento incierto. La mejor apuesta es posicionarse a largo plazo reduciendo el gasto «, afirma Don Burnette, fundador y CEO de Kodiak.
Al mismo tiempo, la adquisición de Zoox por parte de Amazon hace que vuelva cierto optimismo al ecosistema de los vehículos autónomos, el acuerdo habla de “la promesa de tecnología sin conductor». Si bien el sector del vehículo autónomo está pasando por momentos de incertidumbre, la apuesta de los gigantes del automóvil y de otros sectores, indica que tiene futuro. No dejará de ser complejo, y representará otro nicho de batalla del cual varios querrán sacar beneficios, tecnológicos y financieros.
Vía | Wired